Un día de verano en la hermosa Villa de Colombres
Para los que tenemos segunda vivienda en la Villa de Colombres cualquier día de estancia en la capital ribadedense es especial… y tenemos nuestra propia rutina en esos periodos en los que llegamos para «despejar»… la rutina de un día de verano en Colombres.
Una segunda vivienda es la vía de escape de la rutina de muchos… el lugar donde desconectar del día a día… pero también se crea otro tipo de rutina… la rutina de la desconexión… sobre todo en cualquier día de verano, época en la que más actividades lúdicas se realizan.
Deseo relatar, en primera persona, lo que sería un día de verano en Colombres para un propietario de una segunda vivienda…
En este artículo deseo relatar, en primera persona, lo que sería un día de verano en Colombres para un propietario de una segunda vivienda… mi rutina diaria, y las cosas que puedo hacer sin salir de la Villa Indiana.
No suelo levantarme tarde, entre otras cosas porque tengo un hijo pequeño que tiene como norma madrugar, y levantarme temprano implica, también, aprovechar más el día. Así que una vez ejecutadas las tareas «mañaneras» más básicas del hogar, salgo a hacer la compra.
Entre uno y otro me suelo «fugar», en «visita de médico», a La Barata a comer un pincho de la estupenda tortilla que allí sirven a diario…
¿A qué tienda voy a comprar? Pues depende. Lo normal es que unas veces vaya «dónde Asun» (el Estanco), y otras veces al Mini-Mas, que aunque pequeño, está bien surtido. Entre uno y otro me suelo «fugar», en «visita de médico», a La Barata a comer un pincho de la estupenda tortilla que allí sirven a diario… pero… ¡cuidado!… no hay dejarlo para la última hora de la mañana porque lo más seguro es que ya no quede ninguna ración de ese manjar. Para regar a la tortilla, una caña.
Llegado a este punto me gustaría comentar que soy de los que busca promover el comercio local, y eso implica comprar en las tiendas de la Villa, y no solo en el apartado de ultramarinos, sino también en tiendas de otro tipo. Y pongo un ejemplo, para amueblar mi hogar ribadedense, parte del mobiliario fue adquirido en Muebles Bordás; para los electrodomésticos, y otros enseres menores, recurrí a la tienda Expert de Unquera y la Ferretería de Colombres. Lógicamente hay momentos en los que hay que recurrir a superficies comerciales mayores fuera del municipio, pero únicamente cuando se requiere algo que no se puede conseguir en la propia Villa.
Los jueves suelo bajar al mercado semanal de la Plaza Manuel Ibáñez a comprar fruta y verduras… hay un excelente puesto que tiene productos de calidad que no hay que obviar.
Pasear por los jardines del Archivo de Indianos es una de mis rutinas veraniegas.
Si hace buen día, me llevo a mi hijo en su carro a los jardines del Archivo de Indianos —o Quinta Guadalupe si prefieren—, para pasear por los jardines; si hace mucho sol me siento en uno de los bancos en los aledaños de la puerta principal, ya que los árboles que escoltan los laterales de la fachada principal dan una estupenda sombra, y mejor refrigeración si la temperatura de ambiente es alta.
Al atardecer suelo ir con mi mujer e hijo a pasear por el pueblo, subiendo por El Redondo, pasando por La Casa de Piedra, hasta la Urbanización Vistas al Cuera, para volver a las cercanías del Ayuntamiento. Y durante el trayecto nos gusta mirar las nuevas edificaciones y lo que va creciendo la Villa Indiana.
En otros atardeceres solemos ir a la terraza de la Restaurante Bar Capri.
En otros atardeceres solemos ir a la terraza de la Restaurante Bar Capri… en verano tiene un excelente ambiente —a veces es difícil coger mesa en la terraza—, y nos gusta porque tienen unas rabas, pizzas, y bocadillos excelentes. En alguna otra ocasión vamos a la terraza de La Langosta, que allí hay mayor tranquilidad.
Por las noches, mientras me relajo viendo la televisión, salgo un rato al balcón de mi hogar para, simplemente, contemplar la noche de la Villa Indiana… aporta mucha tranquilidad de oír, como mucho, el más que agradable cencerro de las ovejas.